El origen de la mortadela.
Alejandro Sanz (43) está en el hotel
Faena, se pasea catando el picoteo repartido sobre varias bandejas en
una mesa y discute con uno de sus representantes argentinos si la cuna
del tradicional fiambre está en el cerdo o en el caballo. No hay
veredicto definitivo, por lo que se sienta para seguir reafirmando su
estilo informal, con su facha despreocupada y uno de sus pies apoyados
en el vértice de una mesa, como si la vida fuera una terraza perpetua.
Está claro que el español marca distancia de las normas públicas de
libreto y protocolo estandarizadas por gran parte de los artistas
hispanohablantes. Pero hoy el asunto va más allá de una estrella
deliberando acerca de la mortadela: a diferencia de un puñado importante
de los que militan en su género,
Alejandro Sánchez Pizarro ha fabricado
su estilo fuera de ciertos estereotipos y sobre canciones que no se
digieren de inmediato, con letras enmarañadas, casi sin estribillos,
vocalizaciones que rasguñan un rango vocal lejos de sus capacidades y
melodías que ambicionan diversidad estilística.
“Igual, yo a partir de eso te podría remitir a uno de mis temas:
No me compares.
Porque nunca me han gustado las comparaciones. Cada artista hace lo
suyo y obviamente que soy diferente, como creo que los cantantes más
reconocidos de habla hispana son distintos unos de otros. Eso es lo
interesante de la música”, asegura
Sanz, aludiendo al primer single de
su nuevo álbum,
La música no se toca, que sale el martes 25 (y a
cuya promoción en Argentina La Tercera accedió por invitación del sello
Universal) y que precisamente ha sido adelantado como un cruce de pop,
baladas, funk, música de cámara y rock de mayor voltaje.
“También hay un puente que es muy Queen, con esos coros operáticos. Y
luego está también ese sonido más clásico de los Beatles, pero todo
surgió sin querer, no es que lo haya pensado”, detalla, para luego
saltar al heavy metal, recordar que en sus inicios pateaba piedras y
agitaba pelo largo y tatuajes: “Los escuchaba a todos: AC/DC, Deep
Purple, Zeppelin, Dio, Rainbow, Black Sabbath”, enumera veloz.
Ha dicho que en este álbum alcanzó un pop sinfónico monumental. ¿A qué se refiere con eso?
Quise que este disco fuera épico. Las canciones son monumentales y
suenan realmente grandes, con un montón de instrumentos que, además de
complementarse, nunca se estorban. No es fácil, hay que saber
conseguirlo. No es lo mismo una banda de cuatro músicos que una orquesta
sinfónica.
¿Es su disco más ambicioso?
Se parece mucho a
El alma al aire, que también es ambicioso en
sonido. Podríamos habernos sobrepasado más hasta haber aumentado la
musicalización al infinito. Pero tiene que ver con que, junto al
productor Julio Reyes, tomé el control completo del álbum y lo trabajé
entero en mi casa, a diferencia de otros.
El tema
Cómo decir sin andar diciendo es casi un homenaje a
Penny Lane. ¿Quiso crear algo así como su propio
Sargent Pepper?
No, porque ahora es difícil crear esos discos. Y lo asumo. Antes,
cuando los Beatles lanzaban un álbum, no había algo más importante.
Por estos días no hay hecho más importante en la música latina que su
álbum, además lanzado a la antigua, con apoyo de una multinacional. ¿Se
siente un privilegiado?
Hombre, acabas de llamar antiguos aquí a los del sello (se ríe). No
creo que sea un modelo antiguo, porque seguirá sobreviviendo. O sea, la
tecnología está muy bien, internet es maravilloso, pero es falso que los
artistas de la web nacen por generación espontánea. Siempre hay un
operativo detrás. Y sí, me siento un privilegiado en la música, pero no
porque trabaje con una multinacional. Me siento privilegiado porque la
vida me ha tratado bien, coño.
Wikipedia dice que
Sanz ha vendido 22 millones de discos en su paso
por Warner Music y que su flamante título es su debut para Universal.
Pero Wikipedia a veces también se equivoca. La enciclopedia virtual
asegura que
La música no se toca se inspiró en una clásica frase
de Diego Maradona: “La pelota no se mancha”. “Eso no es cierto. Las
frases no se parecen en nada. Uno sólo puede crear cierto vínculo,
porque el trasfondo es el mismo: tú tratas de proteger la pelota tanto
como la música. Porque la música sigue y, en mi caso, suena como algo
protector”.
¿Lo sintió igual en 2007, cuando canceló una gira por estrés?
Bueno, ahí aprendí que debes dedicar tiempo a ti mismo, cuidarte y
estar preparado para las etapas fuertes, como las giras. Ahora me tomo
las cosas con una calma que antes no tenía..., pero también me gustaría
que la gente que me rodea se lo tomara con más calma. Y eso cuesta mucho
más. Pero al final es fundamental tener tiempo para uno. Antes me
costaba. Muchas veces es difícil preguntarse hacia dónde va uno, porque
te puedes mirar a un espejo y eso te puede provocar una nostalgia de la
que no te saca nadie, que te paraliza.
¿Le ha pasado?
Sí, cuando se murió mi madre en abril. Pero tengo muchos motivos para seguir adelante.
Un mes después de la muerte de su madre usted se casó. ¿Ambas cosas influyeron en el álbum?
Procuré que no hubiera ninguna influencia, aunque la pregunta que me
hice fue: ¿Cómo pueden coexistir dos hechos tan dispares en un mismo
espacio de tiempo? Te queda esa dicotomía y finalmente no sabes si odiar
el año o amarlo. Pero cuando ella falleció, el disco estaba casi listo,
entonces no hubo tiempo para que me influyera. Y me alegro, porque si
le escribo algo no quiero que sea en un instante tan triste. Era
demasiado triste. Una borrachera de pena que me nubló un poco y no se
puede escribir con tanta negrura.
¿Lo tranquiliza vivir hace siete años en una ciudad tan demandante para el pop como Miami?
Paso mucho tiempo en Miami, pero mi residencia es España. Ahora,
defiendo a Miami porque me encanta, hay momentos donde el mar me relaja
un poco más, cosa que en Madrid no tenemos. Además, vivo encima de la
costa. Y me sirve como centro de operaciones, ahí se juntan músicos de
todo el mundo.
Su anterior tour mostró una escenografía monumental. ¿Lo repetirá?
Sí, ahora hemos ido incluso un paso más adelante. Nos hemos exigido
al máximo y sin complejos. Vamos a ir a Chile el próximo año. No a Viña
2013, porque van otros artistas, pero de seguro verán pronto mi nueva
etapa.