El español tiene nuevo disco, que lo encuentra en una nueva etapa.
Cuenta Alejandro Sanz que su relación con la música tiene una pequeña
casualidad como disparador: cuando tenía siete años, su madre quiso
anotarlo en unas clases de karate, pero el gimnasio que escogió estaba
cerrado ese día. Pegadita había una escuela de guitarra, así que el
pequeño Sanz terminó ahí.
Imposible dilucidar ahora si, de haber sido las cosas
distintas, se hubiese convertido en una figura internacional de las
artes marciales. Lo que sí sabemos hoy es que ese cuentito tuvo un final
feliz: Sanz acredita el disco más vendido de la historia de la música
española, Más (editado en 1997, vendió más de cinco millones de copias;
con el resto de su obra, vendió 20 millones más en todo el mundo) y
ganó una veintena de premios Grammy. Ahora está presentando Sirope, su
nuevo trabajo, en el que colaboran el dominicano Juan Luis Guerra (canta
en "Suena la pelota"), una sección de vientos de Filadelfia que ha
acompañado a The Roots y el trompetista cubano Arturo Sandoval, "uno de
los músicos de jazz más importantes del mundo", asegura el autor de
"Corazón partío", que también incluyó en este flamante álbum una canción
dedicada a su hijo Dylan, "Capitán tapón".
—Estás cansado, pero obligado a ser diplomático.
—Vos tenés más popularidad que muchos políticos. ¿Cómo te llevás con eso?
—Bien, porque es el resultado de muchos años de trabajo
en la música. Invierto mucho trabajo, procuro hacer las cosas bien, al
detalle. Paco de Lucía, que para mí era un genio, decía siempre que no
creía en los genios, sino en la gente que tiene talento y trabaja
mucho. Ser muy exigente con uno mismo es fundamental porque todo el
vacío que dejas al no exigirte se llena con cosas como la vanidad, que
no es una buena compañera de viaje.
—El éxito suele despertar vanidades.
—El éxito nos gusta a todos, es fantástico. Lo que no
es tan cómodo es lo que trae aparejado. Y como una cosa no viene
separada de la otra, hay que elegir. Yo tengo un nivel de fama razonable
para el éxito que tienen mis discos, no es que vivo asediado por fans
enloquecidos. Muchas veces tienes muy poco éxito y muchísima fama. Por
éxito no entiendo el número de discos que vendo, sino el respeto que
genera la música que hago. Para la vanidad, hasta hace unos años estaba
la zapatilla de mi madre (risas).
—¿Hay algún artista cuya ética admires especialmente?
—Paco de Lucía, sin duda. Para mí es el artista
completo. No sólo por su talento, sino también por su personalidad.
Tenía un concepto de la vida muy particular, parecía estar siempre dos
pasos delante de los demás. Y no se lo echaba en cara a nadie. Se reía
de las tonterías y los dramas, de las envidias y las miserias. Tenía
razón: con los enormes problemas que hay en el mundo, no tiene
sentido concentrarnos en algunas tonterías personales.
—¿Cuál es el espíritu del disco?
—La libertad. Soy libre de hacer lo que se me da la
gana y lo hago. La música surgió de una serie larga de jam sessions en
nuestro espacio de trabajo, en Miami. Esa es la espina dorsal del disco:
hacer música por el propio placer de hacerla.
—Hay una canción, "No madura el coco", dedicada a la situación de Venezuela. ¿Por qué?
—¿Por qué escribo una canción de amor? Es lo mismo.
De todos modos, la idea no fue hacer una canción política. De hecho, no
habla de política de una manera directa. Intenté quitar algunas frases,
pero no encontré nada que quedara tan bien. Cuando trabajo las letras,
cuido el contenido, la métrica y la fonética.
—Sos una figura muy popular en tu país. ¿Cómo controlás que la prensa amarilla no te moleste?
—No depende tanto de mí. Pero mientras puedo, trato
de no aparecer en determinados medios. Nadie está en un lugar si no hizo
algo para estar ahí. Con la prensa me interesa hablar sobre mi perfil
como artista, no sobre mi vida personal. Mantengo mucha privacidad en
torno a mi familia. Se tarda años en conseguir algo así, porque la
prensa sensacionalista dice que te respeta y no se mete en tu vida
privada, pero claramente miente.
—¿Dejarías la música para dedicarte a alguna otra cosa?
—Me dan miedo los cambios. Creo que siempre hay
riesgos de que salga todo mucho peor. Estoy contento donde estoy. Tengo
la familia que quiero tener, estoy en el punto musical en el que quiero
estar, me divierto mucho con la música, puedo viajar, tengo amigos...
¿Qué más puedo pedir?
Viviendo deprisa.
Es de 1991 y el que lo convirtió en una estrella. No era para menos, allí se incluía "Los Dos Cogidos De La Mano", "Pisando Fuerte" y "Se Le Apagó La Luz" y con ese material no es de extrañar que haya un millón de copias. Es Alejandro Sanz en estado puro: romanticismo pop dedicado a un público femenino con una voz muy particular. Un éxito a primera vista.
Más.
Aunque para muchos su mejor disco es el siguiente (El alma al aire de 2000), Más (editado en 1997 es sin duda el más importante a nivel comercial. Aún hoy es el disco más vendido en la historia de la música española gracias a éxitos como "Corazón partío", "Amiga mía", "Aquello que me diste", "Y si fuera ella". El disco estuvo acompañado por una gira mundial igual de exitosa.
Sirope.
Es el undécimo álbum de estudio de Sanz y se publicó el 4 de mayo de este año. Está producido por el argentino Sebastián Krys (que ha trabajado con todos los grandes de la música latina) y el disco es un nuevo cambio en su música aunque sin cambiar del sendero conocido. El primer simple es "Un zombi a la intemperie" y debutó primero en los rankings.
ALEJANDRA LINGENTI
http://www.elpais.com.uy/divertite/musica/alejandro-sanz-libre-cosas-quiero.html
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